Declaración Doctrinal - Iglesia Bautista Libertad

Nosotros creemos que las Santas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamentos son la revelación escrita de Dios. Creemos en la inspiración verbal y plenaria de las Escrituras, además de la preservación de sus palabras puras para cada generación, todo esto de parte de Dios (2° Timoteo 3:16; Salmo 12:6-7). La versión de la Biblia Reina Valera 1960 es la versión castellana que nosotros aceptamos y usamos. La Biblia es nuestra única autoridad para la fe y práctica.

Nosotros creemos en un Dios trino, existiendo eternamente en tres personas; Padre, Hijo y Espíritu Santo, siendo “co-eterno”, “co-idéntico” en naturaleza, “co-igual” en el poder y gloria, y teniendo los mismos atributos y perfecciones (Deuteronomio 6:4; 2°Corintios 13:14).

Nosotros creemos que el Señor Jesucristo, el Hijo eterno de Dios, se volvió hombre, sin dejar de ser Dios, y fue concebido por el Espíritu Santo y nacido de la virgen María, para que pudiera revelar a Dios y redimir a los hombres pecadores (Juan 1:1-2,14, 16-18; Lucas 1:35; Isaías 9:6). Nosotros creemos que el Señor Jesucristo logró nuestra redención a través de su obra, finalizada en la cruz en sacrificio vicario (sustitutivo); y que nuestra justificación es un hecho seguro por su resurrección literal y física de la muerte (Romanos 3:24; 1° Pedro 2:24; Efesios 1:7). Creemos que el Señor Jesucristo ascendió al cielo, y es ahora exaltado a la mano derecha de Dios como nuestro gran “Sumo Sacerdote”. Él cumple el ministerio de Intercesor y defensor, nuestro Abogado (Romanos 8:34; 1° Juan 2:1).

Nosotros creemos que el Espíritu Santo es la Persona que convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio; y que Él es el Agente Sobrenatural en la regeneración, mientras bautiza a todos los creyentes en el cuerpo de Cristo, sellándolos hasta el día de la redención (Juan 16:7-11; 1° Corintios 12:12- 14). Creemos que los dones o señales del Espíritu Santo, como hablar en lenguas y sanidades, eran temporales, que el hablar en lenguas nunca era la señal común o necesaria del bautismo o llenura del Espíritu Santo, y que nuestro cuerpo espera la consumación de nuestra salvación en la resurrección, (1° Corintios 13:8; 1° Corintios 15.51-53)

Nosotros creemos que el hombre fue creado por Dios a imagen y semejanza de Él, pero que por causa del pecado de Adán la raza se corrompió, heredando una naturaleza pecadora, y de esta manera, alejándose de Dios. Además, ese hombre es totalmente depravado e incapaz de remediar su condición perdida (Génesis 1:26-27; Romanos 3:22-23). Creemos que Dios creó al hombre a su propia imagen y semejanza, y en que Cristo murió por el hombre; por consiguiente, cada individuo es digno de respeto en el amor cristiano (Salmo 8:4-9; Colosenses 3:9-11).

Nosotros creemos que el mensaje claro de salvación es el "arrepentimiento hacia Dios y fe hacia nuestro Señor Jesucristo" (Hechos 20:21). Nosotros creemos que los hombres están justificados ante Dios, por la fe sola y que sólo se consideran virtuosos ante Dios a través del mérito de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Efesios 2:8-10; 1° Pedro 1:18-19). Creemos que a todos los que Él rescató y una vez salvó, son guardados por el poder de Dios y están así para siempre seguros en Cristo. También creemos que la vida eterna es la posesión presente de cada creyente (Juan 10:27-30; Romanos 8:1, 38-39; Judas 1 y 24).

Nosotros creemos que la iglesia es el cuerpo y la novia desposada de Cristo, un organismo espiritual compuesto únicamente por creyentes. Creemos también que la Iglesia empezó con Cristo y los apóstoles, que fue llena de poder en Pentecostés y será llevada por Cristo en el Rapto (Efesios 1:22-23; 1°Corintios 12:12-14). Creemos en la enseñanza del establecimiento de iglesias locales claramente definida en las Escrituras del Nuevo Testamento (Hechos 14:27; 20:17; Tito 1:5). Creemos también en la autonomía de la iglesia local libre, sin cualquier autoridad externa o mando (Hechos 13:1-4; 20:28; 1°Corintios 3:9).

Nosotros reconocemos las ordenanzas del bautismo por inmersión en el agua y la Cena del Señor como un medio de testimonio para la iglesia en esta edad (Hechos 2:41-42; 1° Corintios 11:23-26).

Creemos que es el privilegio y el deber de cada creyente dar de sus recursos para el sostén económico de su iglesia. Este debe incluir el sostén del pastor, la manutención del templo, ayuda a los pobres y otros gastos relacionados a la proclamación del Evangelio (1°Corintios 9:14; 16:1-2; Gálatas 6:6; 2°Corintios 9:7).

Creemos que las Escrituras enseñan que la Gran Comisión de la iglesia es dar sin error a todas las naciones la Palabra de Dios y testificar de Cristo, a través de nuestras enseñanzas y ejemplo de vida (Mateo 28:18-20; Marcos 16:14-18).

Creemos que el sistema de gobierno de una iglesia es congregacional, es decir, que todos los miembros son iguales y que la iglesia mantiene su independencia y soberanía con autonomía en todos sus actos Hechos 11. 26; 13:1-3; Filipenses 4:10-19).

Creemos que la iglesia tiene dos oficiales: pastor u obispo y diáconos. Estos y todos sus miembros tienen la sagrada y sublime misión de predicar el evangelio hasta el fin del mundo (1° Timoteo 3; Hechos 20:17, 28; 1°Pedro 5:1-3). Reconocemos al Señor Jesucristo como la única cabeza de la iglesia (Colosenses 1:18-19; Efesios 1:22).

Nosotros creemos que todo el que Él salvó debe vivir de tal manera como para no traer reproche a su Salvador y Señor; y esa separación de toda la apostasía religiosa, ya sea placeres mundanos y de pecadores, son ordenadas por Dios (Romanos 12:1-2; 2° Corintios 6:14-7:1). Creemos que debe haber completa separación entre el Estado y la Iglesia, siendo cada cosa buena e importante en su lugar (Mateo 22:21; Efesios 1:22).

Nosotros creemos en la esperanza bendita del retorno de nuestro Señor, que es literal, personal, visible, inminente, “pre-tribulacional” y “pre-milenial”. Él vendrá por su iglesia en el rapto antes de los siete años de Tribulación (1°Tesalonicenses 1:10; 4:13-18;). Al final de la tribulación, Cristo volverá con sus santos a establecer su reino de mil años sobre la tierra (Apocalipsis 20:1-6; Salmo 89:3-4).

Nosotros creemos en la resurrección corporal de todos los hombres: los salvos, a la vida eterna, y los inconversos al castigo eterno (Mateo 25:41, 46). Creemos que las almas de los salvos son, luego de la muerte, ausentes del cuerpo y presentes al Señor, donde en actitud consciente ellos esperan la primera resurrección, cuando el espíritu, alma y cuerpo se reunirán para ser glorificados para siempre con el Señor (Filipenses 1:23; 1 Tesalonicenses 4.16-17). Creemos también que las almas de los incrédulos permanecen, después de la muerte, en un lugar de tormento totalmente consciente de aquello, hasta la 2° resurrección, cuando con el alma y cuerpo reunidos, posteriormente se presentarán ante el Juicio del Gran Trono Blanco, donde serán juzgados y lanzados en el lago de fuego, donde no serán aniquilados, sino que sufrirán el castigo eterno (2° Tesalonicenses 1:7-9; Apocalipsis 20:11-15).